Las especias en Sri Lanka: una historia de tentaciones
Muchas de las especias que conocemos hoy en día, como la canela de Sri Lanka o canela Ceylan, eran ya utilizadas por las culturas orientales miles de años atrás. Con el tiempo su comercio se fue expandiendo hacia el occidente llegando al Medio Oriente y Europa. Al inicio los comerciantes lograban esconder la verdadera procedencia de las especias, asociando su origen a cuentos fantásticos. Se generó el misterio de las “islas secretas de la especia” (que luego fueron identificadas con las islas Maluku y Banda), lo cual les aseguraba el control del intercambio, y le añadía más valor a los ya exóticos productos como el jengibre, el cardamomo, la canela, la pimienta y la cúrcuma.
La historia del comercio de especias tiene mucho de impulsivo, de tentador y de intenso, como los aromas y sabores que ellas desprenden. Desde siempre el hombre ha sido cautivado por las propiedades de las especias. Exploradores arriesgaron sus vidas buscando abrir nuevas rutas de intercambio de especias; faraones y reinas deleitaron sus paladares con semillas y polvos exóticos, mientras que shamanes y médicos los utilizaban para perfumar momias o espantar la plaga. Islas enteras y regiones fueron colonizadas para su explotación; se generaron tensiones y conflictos entre imperios, que incansablemente buscaron nuevas estrategias para su comercio.
Ubicada estratégicamente al sur de la Bahía de Bengala, Sri Lanka es un punto de referencia en esta apasionada conmoción histórica, pues era un importante puerto de pasaje de la ruta marítima de las especias. En su viaje desde los lugares de producción y recolección al Este, las especias pasaban por la isla para proseguir su periplo hacia sus destinos finales en Arabia, África del Norte y Europa.