La increíble historia de Sigiriya
Sigirya, un fascinante lugar arqueológico que puedes visitar en Sri Lanka, resguarda una historia un poco siniestra, una mezcla entre mito y leyenda que comienza con el reinado de Dathusena en el siglo V A.D.
Durante su vida este rey persiguió un sueño, el de construir un palacio en la cima de una montaña para poder reinar desde las alturas y así obtener el título de Parvata Raja o “Rey de la montaña”. Desafortunadamente para Dathusena, guerras e intrigas de palacio le impidieron alcanzar su sueño, pues eventualmente fue destronado por Kashyapa, uno de sus propios hijos. Como toda buena historia palaciega, Kashyapa era el fruto de una relación con una consorte que no pertenecía a la realeza y por tanto no hubiese podido pretender el trono. Para llevar a cabo el golpe de estado se alió con el comandante del ejército, que por cierto era también sobrino del rey Dathusena.
En ese momento Moggallana, el heredero legítimo del trono, huyó hacia la India temiendo por su vida. Fue entonces cuando Kashyapa, preocupado por un regreso vengativo de Moggallana, decide llevar la capital del reino hacia la más segura Sigiriya, una formación geológica naturalmente fortificada por su conformación. Y aquí viene el detalle siniestro de la leyenda: se dice que Kashyapa mató a su padre tapiándolo vivo en uno de los muros de Sigiriya. Por varios años Kashyapa reinó prósperamente, convirtiendo a Sigiriya en una floreciente ciudad fortificada.
Una versión sobre el final de esta historia cuenta que su hermanastro Moggallana regresó de la India a reclamar el trono, venciendo y asesinando al legendario patricida. Y otra versión dice que el propio Kashyapa, cuando su hermanastro lo desafió con un ejército, bajó a los llanos y, cuando pensaba que la batalla estaba perdida, se mató a sí mismo con su propia daga.