Fortaleza de Galle: el encuentro entre Europa y Asia
La isla resplandeciente de Sri Lanka, Serendipia, Ceylán… a lo largo de los años, Sri Lanka ha recibido muchos nombres.
En el sudoeste de Sri Lanka, a unos 120 km de Colombo, la capital de la isla, llegamos a la ciudad fortificada de Galle. Galle parece evocar una ciudad medieval europea trasladada al trópico. Algunos historiadores creen que podría ser la antigua Társis de los tiempos del rey Salomón. Otros piensan que en sus orígenes, fue un puerto español. Galle y sus fortificaciones fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988. Y es que la arquitectura europea y las tradiciones del sur de Asia, se mezclan en colorida armonía.
Galle tuvo su apogeo en el siglo XVIII, antes de la llegada de los británicos, que potenciaron el desarrollo de Colombo. Dentro de las murallas del Fuerte, Galle ofrece una ciudad con casas bajas, de tipo colonial y calles estrechas, hoteles boutique, cafés y tiendas exclusivas. En la parte norte de la ciudad amurallada, las playas de aguas cristalinas son idílicas para lugareños y visitantes.
El Faro, es otra de las atracciones de Galle. Se encuentra dentro de la ciudad amurallada y se remonta a 1848. El que vemos en la actualidad fue reconstruido, ya que el faro original fue destruido por un incendio en 1934.
Gracias al turismo sostenible que promueve el centro dedicado al cuidado y conservación de las tortugas, en Galle es posible ver desovar a uno de los animales más amenazados.
Tras las murallas, catolicismo, budismo, hinduismo e islam conviven en un recíproco ambiente de naturalidad y armonía. La gente es la esencia del país y esto lleva a que Galle, junto con otras ciudades de Sri Lanka, sea un fuerte espléndidamente conservado.